La famosa marca de ropa de California llamada Hollister hizo cargo de este lugar emblemático en 2011. La entrada de la nueva tienda consta de una serie de monitores de vídeo que muestran todas las imágenes surfistas de California que se supone que define esta marca en su categoría juvenil. Estas pantallas se dividen de manera decisiva en dos por una viga negro enorme. Más distintivo son las dos piscinas que flanquean la entrada y, aunque son de poca profundidad, son impresionantes de ver en un lugar tan atípico como la Quinta. Otro elemento que impresiona es que detrás de las puertas de cristal de la entrada los clientes son recibidos por modelos jóvenes, un joven vestido sólo en bañador y chanclas, la otra joven joven en bikini y chanclas.

En cuanto a la línea de ropa Hollister se encuentra la selección el “Dude” que está dominado por arrugadas camisas a cuadros, camisetas Cali-céntricas, polos y pantalones vaqueros, mientras las ropas para “Chicas” abarca vestidos florales, camisetas adornadas, pantalones cortos, sweaters de punto grueso, y minifaldas .

El interior de la tienda, también se asemeja a la tienda insignia de Abercrombie & Fitch con su música a todo volumen, estantes de madera, espacios estrechos y las escaleras de varios niveles, pavimentado con cristal iluminada. Y sin embargo, es algo más extravagante en el detalle de las estanterías y los productos en los estantes, y es afortunadamente libre de los murales extraños que vician el efecto de la tienda de Abercrombie & Fitch. Lo mejor de todo, son estas ricas y oscuros rincones y aéreas pequeñas, cada una con un elemento de sorpresa, que se revelan a usted de forma gradual a medida que explora la tienda. Pero tal vez la mayor distracción de todo es el personal de ventas, en su mayoría mujeres de 20 años de pie y caminando alrededor en bikini que no una vista desagradable en medio de un invierno interminable de Nueva York, así como un hombre joven sonriendo agradablemente en bañador para culminar la experiencia.

Southern California clothing brand Hollister took over this flagship spot in 2011. The new store’s entrance consists of a series of video monitors all depicting the same California surf that is supposed to define this preppy-beach-boy brand. These screens are divided decisively in two by a huge black girder. Most distinctive of all, at the base, flanking the doorway, are two shallow pools receding from the street, about eight feet into the property lot. Behind the glass doors customers are greeted by two teenage model types, the young man attired only in bathing trunks and flip-flops, the young woman in a bikini and flip-flops.

In terms of Hollister’s apparel line, the “dude’s” selection is dominated by rumpled plaid shirts, Cali-centric tees, polos, and jeans, while attire for “Bettys” spans floral dresses, embellished tanks, short shorts, chunky knits, and miniskirts.

The store’s interior also resembles the Abercrombie & Fitch flagship in its blaring music, wooden shelves, cramped spaces and multi-level stairwell, paved with illuminated glass. And yet it is somewhat more successful in the detailing of the shelves and the products on the shelves, and is mercifully free of the bad murals that vitiate the effect of the Abercrombie & Fitch store. Best of all, it is rich in darkened little nooks and crannies, each with an element of surprise, that reveal themselves to you only gradually as you explore the store. But perhaps the greatest distraction of all is the sales staff, mostly 20-something women standing around in bikinis (not an unwelcome sight in the middle of an interminable winter) as well as a young man or two planted on the landings of the stairs, shirtless, smiling pleasantly, and not doing much of anything.